EL CHANDE                      Nota: esta es la forma como se baila en chimichagua

El origen del chandé se remonta a la formación de la cultura triétnica, donde el indígena, el español y el negro se fusionaron con sus costumbres para dar origen a un ritmo musical.

En la actualidad el chandé es un baile o danza que comienza a presentarse desde el mes de noviembre hasta el año siguiente, en la celebración de los reyes magos. El grupo de individuos recorren el pueblo de casa en casa para solicitar la colaboración y continuar con su parranda, la cual es pedida por medio de versos. Un conjunto de chandé consta de tres tambores: el primero de ellos se denomina tambora, que consiste en un tubo de madera con un diámetro aproximado de 30 centímetros, que el ejecutante coloca en sus rodillas o en un soporte de madera en forma de X que le facilita tocar el instrumento con sus manos, o con baquetas (dos palos) sobre los parches de cuero que éste tiene en ambos extremos; los otros dos tambores, el repicador y el llamador, son de forma cónica y poseen un parche de cuero en su extremo más ancho. El instrumento que da el sonido brillante es el guache, cuya sonoridad se asemeja a la de la guacharaca vallenata, aunque el guache no necesita trinche ni está rallado en su superficie. Más bien consiste en un cilindro de metal(o fabricado con el fruto del totumo) lleno de piedrecitas o semillas, para que al ser agitado por el instrumentista reproduzca el sonido brillante que se oye al fondo de cada pieza musical.

Cuentan los integrantes del grupo Casabe que en tiempos remotos, cuando el nacimiento del chandé se estaba gestando en las riberas del río Magdalena, se tocaba con un tamborcito parecido a la actual caja vallenata, pero en ese entonces se conocía como bambuquito, que fue muy popularizado por María de Jesús Palomino Rodríguez, más conocida en estas regiones como “La Chula”, quien había nacido en la localidad de El Rabón (Magdalena).

 

A cerca de La Chula, las nuevas generaciones han tenido noticias, gracias al homenaje que Joe Arroyo tituló Mosaico de La Chula, en donde se destacó la canción Tamarindo seco; pero también por la grabación que hiciera Carlos Vives de El Caballito, que a su vez resultan ser dos de las piezas mayormente interpretadas por los conjuntos folclóricos de Mompox, con los que un grupo de mujeres baila y toca palmas, tal como lo hacían los abuelos de tiempos lejanos cuando una buena cosecha o una subienda exitosa les despertaba la alegría para parrandear con una música que en otras partes del Caribe colombiano también suelen conocer como pajarito.